Por José Roberto Hernández Díaz
El arte es el lenguaje universal, gracias a ello se ha podido entender y registrar diversos eventos en el decurso histórico; el arte expresa una visión, percepción y un deseo acerca del mundo, su materia prima puede ser elementos plásticos (kinesia, colores, materiales y texturas), lingüísticos, sonoros, el arte permite expresar ideas, emociones, preocupaciones y sensaciones de la realidad; Todo esto representado en alguna de las siete artes bellas (Arquitectura, Danza, Escultura, Pintura, Música, Literatura y Cine), las expresiones artísticas son proyecciones del inconsciente. En una expresión artística se puede ver la agresión, la negatividad, la esperanza, la felicidad, la depresión, etcétera.
Así es como el estudio criminológico del arte se enfoca en el estudio de la manifestación de conductas antisociales por representaciones artísticas, locuciones/creaciones que contengan en sus expresiones violencia, sangre, golpes, o actos de índole criminal, así como la simbolización que tales tengan sobre otras personas.
Los artistas crean representaciones, éstas son imágenes, sonidos, esculturas de la realidad, necesidades y carencias presentes en la cotidianeidad. Todo ello se exhibe en un análisis criminológico enfocado a comprender dicha realidad vista desde la perspectiva del artista y así comprenderla, entenderla y divulgarla.
Se conocen pinturas rupestres donde se señala la vida y crudeza de su existencia, la cual puede ser entendida como una forma violenta de vida y la proliferación de la sangre —como resultado de actos violentos— en cada momento de su cotidianeidad. Pinturas de siglos pasados han plasmado la dureza del castigo aplicado a sujetos que cometían delitos; he ahí donde es imperativo realizar el estudio criminológico en el arte, haciendo hincapié en el modus de vida para entender y conocer bajo dicho análisis las tendencias conductuales transgresoras cotidianas en esa realidad.
De igual forma sonidos, que representaban violencia (tal es el caso de Wagner) o poemas hechos himnos nacionales, los cuales exaltan la presencia de la sangre y la revancha contra el enemigo en forma de muerte sin piedad.
Esculturas y pirámides creadas para los dioses, bañadas en sangre del enemigo, donde se muestra el pasado violento y sangriento, embellecido e inmortalizado por el arte, aunado a ello el valor que significa ser restos historiográficos que nos dejan conocer en diversos modos su forma de vida y contexto.
Es imperativo hacer mención que el estudio criminológico del arte —aunque es moderno— no solo se basa en representaciones artísticas antiguas, sino también en las actuales y sus variantes tecnológicas así como su transformación moderna.
Entre ellas podemos tener el cine, caricaturas y música que expresan la violencia y su estandarización en el entorno, cuyo trasfondo evidencia homicidios, lesiones, bestialidad, etcétera.
La criminología y su relación con el arte tiene su base en el análisis de las creaciones representativas de la realidad, así como en la enseñanza o adquisición del conocimiento, ya que con su estudio, las representaciones —ya sea pertenecientes a cualquiera de las siete bellas artes o de otra índole— favorecen la compresión y dilucidación o exposición de la realidad, pasada o actual, de las sociedades.
El arte como una expresión de la humanidad ha evolucionado al igual que la misma, influenciado por la tecnología y los medios de comunicación masiva; así que sus formas y análisis lo harán de la misma manera, por lo tanto, la criminología del arte o Criminoarte lo hará de la misma forma, analizando así los de actos de violencia o de conducta antisocial presentes en el cualquier expresión artística.
Este artículo contiene una galería de imágenes que puedes encontrar en la revista No. 06 edición agosto, año I.