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Trastorno de déficit de atención en menores y su enfoque criminológico

Dilery Lizbeth Jiménez González

Estudiante de la Licenciatura en Criminología de octavo semestre

 

El TDA es un trastorno relativamente nuevo, no hace más de veinte años que es analizado y estudiado por expertos. Sin embargo, se han incrementado considerablemente los casos en menores dentro de escuelas y hogares. Se estima que alrededor del 6% de los niños en edad escolar presentan este trastorno.

El Dr. Luis Oscar Gratch (2013) define el déficit de atención como “Un trastorno de base neurológica o neuroquímica, aunque el grado de afectación en cada sujeto dependerá de su grado de armonía psíquica, capacidades y contexto familiar y que permitirá o no, un mayor despliegue de los inconvenientes derivados de este trastorno”.

También tenemos la definición del DSM-IV (Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales) que nos habla de un patrón persistente de desatención, que es más frecuente y grave que el observado en sujetos de un nivel de desarrollo similar.

Causas. Gracias a investigaciones se sabe que el sistema nervioso crea sustancias químicas y en el TDA se considera que la base neuroquímica se encuentra en el lóbulo frontal donde se crea una sustancia llamada Dopamina. Las células nerviosas envían sus proyecciones a diferentes áreas de cerebro, por lo que gran parte de éste participa en las tareas de atención y aprendizaje.

Sintomatología en menores. En algunos casos el trastorno puede ser fácilmente observable, esto a través de las conductas “hiperactivas” del infante, sin embargo, cuando existe predominio de déficit de atención, el trastorno vendrá referido por la historia clínica del médico para detectarlo.

La Asociación Americana de Psiquiatría establece algunos criterios de diagnóstico:

- Fallo para prestar atención profundamente a los detalles.

- Dificultad para sostener la atención en las actividades.

- No escucha cuando se le habla directamente.

- No sigue las instrucciones que se le dan.

- Dificultades para seguir conversaciones.

- Evita las conversaciones que requieren esfuerzo mental sostenido.

- Pierde u olvida cosas necesarias para las actividades.

- Se distrae fácilmente por estímulos externos.

- Es olvidadizo en las actividades diarias.


MITOS DEL TRASTORNO DE DÉFICIT DE ATENCIÓN

Los niños con TDA son inmaduros. Es verdad que los menores que presentan este trastorno son inmaduros, ya que implica una falta de maduración en el cerebro enfocado a problemas de neurodesarrollo.

Mi hijo puede estar horas jugando videojuegos, por lo tanto, no padece de déficit de atención. Las personas con TDA sin importar si son menores o adultos pueden realizar durante un largo tiempo tareas simples y motivadoras para ellos.

El Trastorno de Déficit de Atención desaparece en la adolescencia. El TDA es un trastorno crónico que persiste durante toda la vida. Sin embargo los síntomas de esta patología van cambiando en función de la edad de la persona.



ENFOQUE CRIMINOLÓGICO

En la niñez el Trastorno de Déficit de Atención puede ser duro y causar daños a corto, mediano y largo plazo, dependiendo si el menor recibió la ayuda correspondiente y si el ambiente en el que creció fue favorable o no para él. Los niños que padecen este trastorno siempre buscan estímulos de distracción, ya que pueden ser impacientes.

Aunque en la actualidad se cuenta con diferentes estudios y ejercicios que ayudan a comprender a los niños con TDA, es importante mencionar que la adecuada comunicación contribuye al correcto desarrollo psicológico y social de estos menores.

Estos niños son curiosos, con una creatividad muy amplia, así como sensibles y con iniciativa, pero incapaces de desenvolverse en los protocolos adecuados de educación y sociedad. Para los menores que padecen TDA se hacen tediosas las actividades que implican capacidad de concentración. Por ejemplo, si un niño con TDA se encuentra en clases él buscara la manera de distraer su atención de maneras sencillas como dibujar el cuaderno o distraer a su compañero. El problema aparece cuando el maestro, los padres, directivos y demás personas responsables del menor no saben que él padece éste trastorno y lo castigan y regañan repetidamente sin saberlo. Etiquetan al menor como “el travieso” “el desastroso” “el mal comportado” y al desconocer las causas, el menor crece con esa mentalidad. El niño comienza a ser apartado por otros y se convierte en un miembro no aceptado en círculos sociales.

La vida de un niño con TDA puede ser difícil si se lía con esos problemas día con día, por ellos buscan liberar la frustración generada y tienden a caer en adicciones, abuso de sustancias o desarrollar problemas crónicos de autoestima que van desde la depresión hasta arranques de ira, todo ello relacionado con el rechazo del entorno social. El resentimiento hacia los demás los puede orillar a una situación problemática de enfrentamientos, golpes y conductas antisociales que irán desde el robo e incluso homicidios.

Como ya se ha mencionado anteriormente, la causa del Trastorno de Déficit de Atención tiene base neuroquímica, las hormonas también influyen en la etapa embrionaria y postnatal del ser humano, gracias a ello se sabrá cómo la persona reaccionará ante los estímulos endocrinos en la etapa adulta, condicionándose, por ejemplo, la agresividad.

La criminalidad en los menores, surge desde la educación, falta de valores y las relaciones sociales. La estructura fisio-psicológica, tiene gran relación con ello, por lo tanto, el carácter biológico representa la base para llevar acabo conductas antisociales.

Para enfocarnos en un cambio positivo al desarrollo psicosocial del menor, debemos comprender y atender que es el TDA. No confundir la creatividad con inconformismo, la curiosidad con impertinencia ni la inquietud con alboroto. No debemos etiquetar, castigar y menospreciar a estos menores, ya que al hacerlo solo se consigue la represión de las acciones sin medir las secuelas que se tendrán. Tenemos que saber cuál es el interés del niño, sus habilidades y aptitudes que lo ayudaran a salir de este estado de confort de “niño distraído o problemático”. Se les debe enseñar que a pesar de las experiencias de fracaso la alternativa de salida no es la violencia. ●


REFERENCIAS

Gratch L. O. (2013) El trastorno por déficit de atención (ADD-ADHD)

Guerrero R. (2016) Trastorno por Deficit de Atención e Hiperaactividad. España.

Coronel Ortiz X. (2007) Pautas de intervención en niños con déficit de atención e hiperactividad. Universidad de Azuay, Escuela psicológica clínica infantil.

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